En ese contexto se aúnan los esfuerzos para que dichos sectores tengan acceso al vital líquido, fundamental para poder higienizarse y evitar así el contagio de la enfermedad.
El lavado de manos es un hábito con el que “no tardaremos ni 30 segundos”, indicó el Dr. Romeo Humberto Montoya, médico y epidemiólogo, quien se desempeña como Asesor de Enfermedades de la Salud y Determinantes Ambientales de la Salud de la OPS-OMS Paraguay.
Destacan que esto es eficaz si se emplea de manera rigurosa en los momentos clave, como, por ejemplo, antes de cocinar y de comer, después de ir al baño, antes de alimentar a un bebé, antes de tocarse la cara, después de toser o estornudar, de tocar basura, objetos sucios o animales, después de tocar superficies de uso común o de estar en lugares públicos, al igual que antes y después de cambiar pañales y atender a alguien enfermo.
El simple lavado de manos junto con el distanciamiento social y el acceso a agua potable genera resultados positivos, por lo cual las inversiones deben ser prioritarias.
“Se requiere mayor asignación de los fondos del Estado, que figuren en la estructura del presupuesto anual para que, de forma progresiva, se alcance la cobertura universal de agua y saneamiento. Si no existe inversión no habrá desarrollo”, expresó el galeano.
En ese contexto, desde agosto de 2017 el proyecto Y Kuaa trabaja en mejorar el acceso a agua potable de más de 30 mil personas y generar cambios de comportamientos clave en las comunidades respecto al agua, el saneamiento y la higiene.
Beneficiando así a unas 63 comunidades de 6 departamentos del país: Concepción, San Pedro, Guairá, Paraguarí, Caaguazú e Itapúa. A través de esto más de 17 mil personas de 36 comunidades cuentan con sistemas de agua potable construidos por SENASA y el 57% del total de beneficiarios meta se lavan las manos con agua y jabón.
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