Alimentos ultraprocesados, ricos en grasas saturadas y azúcares, están cada vez más presentes y reemplazan a las tradicionales comidas caseras. Este fenómeno puede generar nuevas complicaciones a la población del continente, advirtió la OPS.
Según la OPS, es preocupante el avance de los alimentos ultraprocesados en la dieta de los latinoamericanos, ya que gradualmente van reemplazando a las comidas caseras más tradicionales y nutritivas, sobre todo en América Latina y el Caribe.
Las comidas rápidas y las bebidas azucaradas, por ejemplo, presentan una pobre calidad nutricional, lo que puede generar efectos alarmantes en la salud.
La investigación de la OPS analizó 250 alimentos que se vendían en el 2014, los cuales estaban divididos en 89 categorías. De estos productos, indicaron cuáles son los que exceden los niveles recomendados de azúcares, grasa total, grasa saturada y sodio. Por el contrario, analizaron cuáles son los productos específicos que aportan más energía y los nutrientes esenciales para una buena alimentación.
Cabe destacar que estos datos fueron obtenidos de países como Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, Perú y Venezuela, los cuales constituyen el 80% de la población de América Latina y el Caribe.
El organismo internacional sostiene que es necesario controlar la producción de los alimentos ultraprocesados en el mercado. Es por eso que los gobiernos deben tomar las medidas necesarias para garantizar la buena alimentación de la población, con regulaciones que sirvan para revertir esta tendencia.
Según un informe publicado por la OPS llamado “Alimentos y bebidas ultraprocesados en América Latina: ventas, fuentes, perfiles de nutrientes e implicaciones”, la venta de alimentos y bebidas ultraprocesadas aumentó considerablemente en un 8,3%, desde el 2009 hasta el 2014.
Según los expertos, se prevé que en el 2019 esta cifra haya escalado hasta el 9,2%.
La OPS también reveló que los productos analizados para este informe, contenían altas cantidades de sal, azúcar o grasas.
Los expertos aseguran que esta clase de alimentos aportan en total un 43% de azúcar. Según la investigación, aquellos “especialmente problemáticos” son las bebidas gaseosas, los snacks dulces y salados, galletitas, tortas, pasteles, postres, salsas y aderezos.
La OPS también reveló que con el aumento de las ventas de alimentos ultraprocesados, también hubo un incremento del peso corporal en los ciudadanos.
Este fenómeno indica que la comida “chatarra” es un factor determinante en las tasas de sobrepeso y obesidad. Solo en la región latinoamericana, casi el 60% de los habitantes vive con sobrepeso, lo que equivale a 360 millones de personas.
No obstante, la Organizacón Panamericana de la Salud manifiesta que es posible revertir esta tendencia, aunque para ello se necesita que los gobiernos, la comunidad científica y las organizaciones de la sociedad civil, promuevan y apoyen nuevas normativas para eliminar gradualmente la “comida chatarra” de la dieta de los latinoamericanos, eligiendo alimentos saludables.
Entre las medidas que se pueden adoptar desde los entes gubernamentales, están las políticas fiscales, como así también las regulaciones legales y otras medidas que sirvan para informar a los consumidores sobre el contenido de los productos.
Por otro lado, también se apunta a restringir la promoción y publicidad de los productos ultraprocesados. Otra de las opciones es otorgar incentivos para que los alimentos naturales y sin procesar estén disponibles a precios accesibles para toda la población.
Algunos países de la región como Barbados, Brasil, Chile, República Dominicana, México, Perú y Uruguay, comenzaron a implementar varias de estas medidas, sobre todo en la información que recibe el consumidor a la hora de elegir un determinado producto. Estos cambios han generado resultados bastante alentadores a nivel regional.
Pero ninguna medida es suficiente si no se tiene como principal objetivo cuidar la salud de los más pequeños. Es por eso que también se creó el Plan de Acción para la Prevención de la obesidad en niños y adolescentes de la OPS/OMS, el cual se aprobó en 2014 y su objetivo es poner “límites estrictos” en la comercialización de comidas poco saludables para los menores de edad.
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