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Senado condecora a Pa´i Oliva por su aporte a la sociedad

La Cámara de Senadores reconoció la trayectoria y el aporte a la sociedad del sacerdote Francisco de Paula Oliva, mejor conocido como Pa´i Oliva. El acto se llevó a cabo este jueves.

Momento del homenaje. Foto: Senado.

El sacerdote español, de 90 años, reside en Paraguaya desde el año 1964, y es reconocido por sus incansables luchas a favor de los más vulnerables.

El Senado reconoció a Pa´i Oliva, mediante la declaración Nº 59 “por su invalorable aporte la sociedad paraguaya y latinoamericana, en la formación ética de la juventud, la defensa de la democracia, los derechos humanos, la promoción de la libre expresión y el pensamiento crítico”.

Los parlamentarios llevaron a cabo la entrega de una placa, momento que el Pa’i Oliva no desaprovechó para exhortar a los legisladores a la reflexión sobre el presente y futuro del país.

“Quisiera decirles una palabra, que la he pensado mucho y que la vivo y que la quiero decir de verdad: no dividamos a la sociedad en derecha o izquierda. Porque los de izquierda utilizan la otra palabra para denigrar a los de derecha y los de derecha utilizan esa palabra para denigrar a los de izquierda”, mencionó.

Así también puntualizó que con dichos prejuicios se tapa la boca a personas que no son totalmente malas ni totalmente buenas.

Finamente expresó; “coincidimos en una cosa, sí, pues en esa cosa vamos a luchar. Amigos, el Paraguay será pobre, siendo inmensamente rico, porque unos y otros no nos unimos. Muchísimas gracias y perdonen las cosas que dije, no quiero que sirvan para desunirnos sino para unirnos o, si no, el Paraguay se muere”.

Historia

Francisco de Paula Oliva nació el 14 de octubre de 1928 en Sevilla, España.

Arribo al país en 1964, se nacionalizó y trabajó en un colegio capitalino que se oponía a la dictadura stronista, donde su pensamiento de izquierda cobró madurez.

Además en 1964, apoyó una huelga de estudiantes de Medicina, lo que le valió una persecución por parte del régimen de Alfredo Stroessner. En una ocasión, fue llevado hasta Clorinda por agentes policiales y un gendarme argentino lo salvó de ser arrojado al río.

Asimismo vivió en el exilio en Argentina, luego en Ecuador y después en Nicaragua. En estos países también causó molestias a los Gobiernos autoritarios y a la propia Iglesia, entonces regresó a España, en 1986.