Pasadas las 17:00 del lunes se encontró el primer cuerpo, el de Julio Rojas, detrás de una puerta que daba a la calle Oliva, casi Montevideo del microcentro de la capital.
Luego de horas de trabajo, los investigadores se toparon con otros cuatro cadáveres, se trataba de Dalma Rojas, hija del hombre, Elva Rodas, madre de la joven y pareja del fallecido.
Además, dos hijos de Dalma fueron asesinados y enterrados en el lugar.
Inmediatamente después se buscó dar con los responsables y en horas de la noche de ese mismo lunes se capturó a Bruno Marabel, quien hasta ahora es el principal sospechoso de la masacre. Desde la Fiscalía se sostiene que el joven, de 19 años, no actuó solo.
Además, otras tres personas fueron detenidas y hoy en día se encuentran imputadas por homicidio en grado de complicidad. Dos mujeres procesadas hablaron la semana pasada y confirmaron que se realizó una fiesta el sábado 6 de octubre, cuando los cuerpos ya yacían en el lugar, de acuerdo a los datos del forense de la Fiscalía.
Sobre la familia pesan varias denuncias por supuestas estafas que se ejecutaron tiempo atrás. Una de ellas incluso involucra a quien hoy en día es ministro de la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad), Arnaldo Giuzzio. Este último reconoció que conocía a Elva Rodas, sin embargo afirmó que solo le llamaba para informarme sobre sus problemas, entre ellos familiares y hasta judiciales.
El padre de uno de los niños asesinados, Ever Barrios, habló sobre lo que le tocó vivir con la familia y expresó que incluso fue denunciado por coacción sexual por su suegra. Según él, para que acceda a sus pedidos.
Barrios, quien se encuentra en el Brasil, manifestó que lo primero que pensó fue que la masacre se trató de una venganza, ya que muchas personas sufrieron las estafas de la familia.
Un exfiscal manifestó que Elva Rodas se presentaba como asistente fiscal de Giuzzio para embaucar, años atrás.
Rodrigo Cabrera, exabogado del principal sospechoso, confesó que el joven le dijo al juez que los demás imputados nada tienen que ver con los hechos acaecidos. Esto delata que el procesado como mínimo sabe la verdad.
El letrado había renunciado a la defensa la semana pasada, afirmando que se trata de una decisión tomada luego de una conversación con su familia y por la carga de trabajo que posee.
Llamativamente, no quiso hablar de cómo llegó a representar al joven.
El mismo día de la imputación, Marabel confirmó que tenía algunos problemas con la familia, ya que supuestamente podría haber perdido la casa de sus padres en una maniobra financiera.
Una versión de la Policía Nacional, señaló la supuesta confesión de la autoría de los hechos del sospechoso, sin embargo este último se declaró inocente.
Las últimas revelaciones señalan que el padre de familia sería el último en ser asesinado. Esto, ya que imágenes de cámaras de seguridad y otros indicios dan cuenta de que el hombre seguía vivo luego del crimen de sus allegados.
La fiscala del caso, Esmilda Álvarez, dijo este lunes a la 730 AM que ninguna hipótesis se descarta, incluso que Rojas sea cómplice de los asesinatos de su hija, esposa y nietos.
Por su parte, el médico forense Pablo Lemir dijo al SNT que los niños tenían el uniforme de la escuela a la que asistían cuando fueron encontrados. Esto podría determinar cuándo se registró la masacre.
Por el momento varias son las preguntas sin respuestas, entre ellas quiénes fueron los cómplices si es que Marabel es el resposable de los crímenes y no los perpetró en soledad.
Si realmente se trató de un ajuste de cuentas o si efectivamente el padre de familia fue cómplice de la masacre.
Para la Fiscalía, los demás imputados de alguna manera también están vinculados con el lúgubre hecho.
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