La intolerancia a la lactosa es una alteración en el proceso digestivo, que ocurre debido al déficit de la enzima “lactase” que cumple la función de degradar durante la digestión la lactosa, un azúcar contenido en la leche, lo que provoca diversos síntomas, como la distención abdominal, gases, meteorismos, náuseas, dolores, sensación de pesadez e incluso diarrea.
Dicha alteración puede afectar a adultos, jóvenes y niños.
El malestar que genera en las personas intolerantes puede sentirse de 6 a 12 horas después de su consumo.
Aníbal Mareco gastroenterólogo aclara que la intolerancia no presenta ningún síntoma carencial, como la anemia o pérdida de peso.
La leche deslactosada o sin lactosa es una alternativa que presenta el mercado lácteo para paliar esta problemática y posibilitar el consumo del alimento.
En la actualidad, la leche sin lactosa se encuentra disponible en el país en envases Tetra Pak, que cuenta con tratamiento UAT (Ultra Alta Temperatura), que asegura que la leche conserva de manera íntegra sus propiedades nutritivas sin necesidad de conservantes o preservantes.