En esta parte de la historia entra Kristine, madre de Susan, ofreciéndose voluntariamente para ayudar a la pareja, sometiéndose a un embarazo in vitro, es decir, llevando en su vientre el óvulo de su hija fecundado por su yerno.
Susan relata la tragedia y la angustia de perder el embarazo y la difícil decisión que tomaron. Pero al mismo tiempo, agradece a su madre por traer al mundo al pequeño Finnean.
Kristine Casey se convirtió en la mujer de mayor edad en dar a luz en Chicago.
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